Con mucho pesar en mi corazón pero con esperanza de volver algún día al Monte Shasta, Tuvimos que partir porque queríamos estar en Australia para el Fin de Año 2009. Así que cogimos un autobús hacia Los Ángeles...
Después de viajar toda la noche y parte de la mañana siguiente llegamos a nuestro destino, el cual no nos dejó indiferentes y no precisamente por ser lo que esperábamos.
La estación de autobuses Greyhound estaba situada a las afueras de la ciudad y para variar, no teníamos ni idea de donde íbamos a parar, teníamos tres días para estar por allí antes de coger nuestro avión hacia Australia y debíamos buscar alojamiento.
Era fácil saber que dirección seguir para llegar al centro de la ciudad, sólo había que ir en dirección a los grandes rascacielos, así que decidimos caminar…
Justo antes de llegar a la primera esquina, un chico que había viajado con nosotros nos preguntó hacia donde íbamos.
Le contesté que nos dirigíamos hacia el centro de la ciudad para intentar conectarnos a Internet, con la intención de encontrar un alojamiento.
-Y ¿Ya sabéis por donde os estáis metiendo?
-No, le respondí.
-Hace un año que trabajé por este barrio, y con las mochilas que lleváis no es el lugar más recomendable para caminar.
Era medio día.
-¿A plena luz del día y es peligroso?
-Os acompañaré,si quereis, voy en la misma dirección.
Comenzamos a caminar y pronto nos dimos cuenta de que se trataba. Cientos de personas viviendo en la calle, los llamados Homeless (Sin casa) transitaban las calles con su carrito de la compra cargado con sus únicas pertenencias nos miraban como si fuéramos bichos raros.
Nuestro guía particular nos explicaba que la mayoría de ellos finalmente habían elegido ese tipo de vida, que el gobierno ofrece muchas posibilidades para trabajar, pero ellos se han acostumbrado a vivir de las ayudas, mendigar y de vender latas.
Creerme, en las películas no se acaba de reflejar lo que allí hay. Esas viejitas que esporádicamente aparecen con los carritos de la compra lleno de latas se convierten en ríos de personas de todas las edades con los carritos o sin ellos, recogiendo todo lo que pueden para venderlo, intercambiarlo o para refugiarse del frío.
Así que ya nos veis, intentando mantener el tipo con paso firme, vista al frente y paso ligero atravesando el gran barrio de los Homeless, observando como miraban nuestras mochilas con gran deseo, y para colmo, de repente, nuestro compañero se detiene y se pone a gritar con un chica que había al otro lado de la calle. Ella vino hacia nosotros y después de los saludos y abrazos pertinentes empezaron a charlar, imaginaros lo que pasaba por nuestra mente en esos minutos que se hacían eternos, allí parados…
Al final le dijimos que ibamos a seguír nuestro camino, le dimos las gracias y salimos de allí lo antes posible.
Pasaron muchas horas hasta llegar a nuestro hotel, intentamos quedarnos cerca del aeropuerto y llegamos muy tarde, era noche buena y no había absolutamente nada abierto, ni siquiera el restaurante del hotel. Acabamos festejando la noche buena con un puñado de Palomitas de maíz que había a disposición de los huéspedes, creo que será el único menú de noche buena que recordaremos para el resto de nuestras vidas.
Al día siguiente las cosas cambiaron,
¡Nos fuimos a visitar Hollywood!
Paseamos por el paseo de la fama, Hollywood Boulevard, donde pudimos ver las estrellas de los famosos, los museos de cera, personajes de películas con los que te podías sacar fotografías y el teatro Kodak donde se entregan los Oscar.
Imaginábamos como seria aquello en los momentos de glamour donde las estrellas del cine paseaban por la alfombra roja, las limusinas, etc… Ciertamente cuando estás allí, en medio de todo el jaleo, no es difícil de imaginar…
El último día, antes de volar, aprovechamos para pasear y partirnos un poco el cuello entre los rascacielos del centro de la ciudad que por algún motivo que desconocemos, estaba deshabitada, no podíamos creer que una ciudad como Los Ángeles, nos permitiera caminar entre medio de sus calles como si de los únicos habitantes de la tierra se tratase.
¡Llegó el momento!, después de casi cuatro meses abandonábamos el continente Americano para viajar a Australia.
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domingo, 28 de febrero de 2010
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