viernes, 9 de abril de 2010

VIETNAM

Estoy seguro que el amor a primera vista existe, pero no fue esto lo que ocurrió en Vietnam.

Empezábamos mal, nos habían dicho que podíamos conseguir el visado de Vietnam al llegar al mismo aeropuerto de Saigón, pero las líneas aéreas australianas no permitían volar si no presentábamos el visado.

Pues después de hacer mil llamadas desde el aeropuerto a las embajadas de Vietnam, supimos que para conseguirlo, primero hay solicitar una carta de permiso para entrar al país y después con esa carta solicitas el visado, así que no nos quedó otro remedio que cancelar el vuelo y pasar un día más en Darwin. Por suerte, todo este trámite lo pudimos hacer por Internet y a un tiempo récord. Esperabamos impacientes ya que si no nos concedían el visado en un día, no podríamos volver a cambiar el vuelo y lo perderíamos. Finalmente lo conseguimos, pagando un poquito más claro…

Volamos desde Darwin (Australia) directamente a la ciudad de Ho Chi Ming (Saigón) hicimos los tramites pertinentes y compartimos taxi con unos españoles que encontramos en el aeropuerto, ya era de noche y ya se sabe, la noche confunde,tengo que reconocer que a primera vista nos pareció una ciudad loca, desordenada e insegura, quizás las películas y la historia sobre Vietnam hacia que el prejuicio estuviera presente en todo momento. Por lo menos mi idea de Vietnam era algo así como pueblos desolados, zona de minas con las consiguientes mutilaciones, ruinas, pobreza, etc…

Nos alojamos en un Hostal que habíamos visto en internet para descansar del viaje y menos mal que lo hicimos, nos hizo falta al día siguiente.

Nada más despertarnos, no pude evitar asomarme por la ventana, ya que el sonido de lo que parecian cientos de motocicletas retumbaba en la habitación, y eso que estábamos en un quinto piso.

No os podéis imaginar nuestra sorpresa cuando vimos que se trataba efectivamente de cientos de motocicletas yendo y viniendo, cruzándose entre ellas, sin tocarse, como si de una bandada de pájaros se tratara, y si no mirar…



Salimos a dar un paseo por las calles de Saigón, y en el primer intento de cruzar la calle nos dimos cuenta de que si esperábamos a que los motoristas y coches nos cedieran el paso en alguno de los pasos de peatones, todavía estaríamos ahí parados. Vimos como algunos de los locales se lanzaban entre medio de las motocicletas, con valentía, sin apenas mirar, con confianza. Después de esperar unos diez minutos en la acera, nos miramos y le echamos valor al asunto. Ni deportes de riesgos ni nada, si queréis emociones fuertes, ir a un paso de peatones de Saigón.
En nuestro paseo por la ciudad, era de obligada visita el museo de la guerra. Donde el estómago se nos puso a prueba.

En aquella época Vietnam estaba separada en dos, Vietnam del Norte y Vietnam del Sur bajo una fuerte dictadura que parece ser era bastante corrupta. Entre los Vietnamitas del Sur existía un movimiento que estaba en contra de la dictadura llamado Frente de Liberación Nacional y se unieron a los que conocemos a través de las pelis como el Vietcong (Vietnam del Norte).

Por algún motivo que creo tiene que ver con la guerra fría, los Norteamericanos entraron en la guerra en defensa de Vietnam del Sur junto varios países aliados, entre ellos España como apoyo médico.

Como siempre ha sucedido, la historia la cuenta quien gana la guerra y obtiene el poder, y aunque los occidentales la conocemos a través de los ojos de los perdedores, en el museo de la guerra se vuelve a cumplir la norma.

Muestra como los americanos utilizaron armas químicas para envenenar las aguas que abastecían a los vietnamitas, vietnamitas mutilados, nacimientos con mal formaciones debidos a los efectos químicos, vietnamitas colgados de helicópteros americanos como si de trofeos se trataran, y un largo etcétera Anti-americano y pro-vietnamita, a demás de tener en la entrada del museo varios aviones, tanques y helicópteros capturados.


Pero bien es cierto que tanto un bando como el otro se saltaron de calle todos los acuerdos internacionales produciendo barbaridades sobre todo entre los civiles y la prensa popular le dio mucha importancia, sobre todo a las de los americanos. Pronto la opinión pública de Norte América se opuso a esa guerra y se vieron forzados a retirarse.

Cuando conoces a la gente Vietnamita te peguntas:

¿Cómo fue posible que estos pequeños hombres ganaran?

No me imaginaba a un vietnamita cuerpo a cuerpo con un marine americano, David y Goliat, pero la respuesta estaba entre otras en los túneles de Cu Chi, un actual atractivo turístico que se construyeron durante la guerra de Vietnam contra Francia y que ahora los Vietcong y los del Frente de Liberación Nacional utilizaban para camuflarse de los defensores del Sur. Kilómetros y kilómetros de túneles, trampas y agujeros camuflados donde sólo personas de pequeña estatura podían esconderse.
Por un momento nos pusimos en la piel de los soldados americanos y vietnamitas del sur que una y otra vez eran atacados por fantasmas, ya que no podían ver ni saber de donde les llovía la metralla gracias a estos escondites.


Por más que intenté pensar a cerca de quien eran los buenos y quien eran los malos, al final llegué a la conclusión de que solo Dios sabe si en la guerras eso de los buenos y malos existe, prefiero no juzgar si la invasión por parte del Norte al Sur y la consiguiente guerra fue para mejor o para peor, el caso es que sin esa guerra Vietnam hoy seria otra cosa, la historia seria otra, tanto para Norteamérica como para Vietnam como para el resto del mundo. Mejor o peor no lo se, pero crece un sentimiento extraño al observar que a veces los países y el mundo evoluciona a velocidad de vértigo después de una guerra. Así que mejor no juzguemos y recemos para que no nos toque…

Después de ver todo aquello y pasar un par de días en la loca ciudad de Saigón decidimos conocer un poco más Vietnam.

Hay una opción para visitar el país que consiste en una especie de bono bus que vas consumiendo a medida que vas viajando entre las diferentes ciudades, por unos sesenta euros recorres Vietnam de punta a punta, Se llama Open ticket, puedes ir a la ciudad que quieras, quedarte el tiempo que quieras, y sólo tienes que pedir en la recepción de tu hotel que avise a la compañía con un día de antelación para que te pasen a buscar por tu hotel, fácil.

En un principio decidimos llegar hasta la mitad de Vietnam, Hue y después ir hacia Camboya, ya que la forma más rápida para llegar a nuestro siguiente destino, el Tíbet, era atravesar el Sur-Este asiático en línea recta, Vietnam, Camboya y Tailandia, volar a India, Nepal y Tíbet, Una vez más la historia de Vietnam se hacia presente a la hora de decidir que hacer así que no teníamos grandes expectativas…


Empezamos por el pequeño pueblo costero de Mui Ne en el que empezamos a apreciar que Vietnam es mucho más de lo que imaginábamos.
Una gran playa casi desierta poblada por palmeras, nos dejó ver y a unos pescadores con redes subidos en una especie de cesta fabricadas por ellos mismos con hoja de palmera y recubiertos de algún tipo de alquitrán para impermeabilizarlos. Más adelante, ya llegados al pueblo, cientos y cientos de embarcaciones pesqueras típicas invadían toda la costa, no pudimos mas que estar un buen rato contemplando tan hermosa y peculiar imagen.


En el pueblo de Mui Ne fue donde los Vietnamitas empezaron a mostrarnos su naturaleza, mientras íbamos caminando por sus calles, los niños y niñas que venían con sus vestidos de colegiales en pelotón en dirección contraria nos miraban, sonreían y jugaban mientras nos saludaban y se ruborizaban cuando les decíamos algo.


De Mui Ne nos fuimos hacia Dalat. Está ciudad no pudimos disfrutarla mucho debido a la lluvia que no paraba de caer y que no prometía dejar de hacerlo, algunos de los turistas y mochileros que nos encontramos por allí dejaron a medias el tour de Vietnam para irse a Tailandia, nosotros ya que estábamos allí no íbamos a dejar que la lluvia nos detuviese.

Dejamos Dalat y nos fuimos para Nha Trang, posiblemente una de las playas con mayor apuesta turística para un futuro muy próximo, las grandes hoteleras ya están acabando de construir sus enormes hoteles.

En este pueblo pudimos disfrutar de la playa considerada como una de las mas hermosas del sur-este asiático, del Buceo, de los restos del palacio Cham y de la pagoda de Long Son.

Alquilamos una motocicleta y nos fuimos a dar una vuelta por los alrededores con la intención de dar con esta antigua pagoda budista donde pudimos ver una gran figura del Buda dormido, y el gran Buda que hay en la cima de la montaña.
Una vez más, en este pueblo de playa pudimos ver como la gente de Vietnam son como niños, sonriendo y jugando contigo todo el día.
Dejábamos con pena Nha Trang y nos dirigíamos hacia Hoi An. En el autobús conocimos a dos nuevos compañeros de viaje, Joan y Daniele, un argentino y un Italiano con los que pasaríamos el resto de nuestros días en Vietnam y parte del Sur-Este asiático.
Llegamos a Hoi An, un pueblo maravilloso lleno de sastrerías en las que puedes hacerte un traje a medida copiando a cualquiera de las marcas más prestigiosas por menos de treinta euros.
Tengo que reconocer que Hoi An acabo de rematar y despertar nuestro sentimiento hacia Vietnam.

Alquilando unas motocicletas, nos dirigimos los cuatro hacia las montañas de mármol, unos kilómetros al norte de Hoi An, en Danang. Cinco montañas de mármol, entre otros elementos, en las que alucinamos al entrar en una de sus cuevas y encontrarnos en su interior un gigantesco Buda de más de siete metros de alto. Caminamos prácticamente durante cuatro horas para recorrer sus pagodas, cuevas y estatuas budistas. Desde la cima de la montaña también pudimos observar que a lo largo de la costa que actualmente es casi virgen, se empiezan a parcelar y construir grandes hoteles.

Al día siguiente, al atardecer, con unas bicicletas nos fuimos hacia la costa, que está a unos dos kilómetros del centro del pueblo y el camino fue maravilla de maravillas, sus campos, sus gentes, su puesta de sol sobre el puente del Mekong, los hombres y mujeres montándose repentinamente sobre nuestras bicicletas para que los lleváramos quien sabe a donde, los niños y no tan niños con sus bicicletas y motocicletas yendo y viniendo, saludos y sonrisas, en fin, solo puedo hacer un profundo suspiro pensando en Vietnam…

Siguiente destino fue Hue, para nosotros era el último en Vietnam, Hue es la antigua ciudad imperial a la que visitamos montados en bicicletas. En el recinto histórico se encuentran la ciudad fortificada, ciudad imperial y Ciudad Púrpura (Prohibida). Pero sin duda alguna para nosotros lo mejor fue cuando montados en las bicicletas nos metimos en un barrio muy lejos del turismo al que llegamos dando un paseo…

Daba la sensación de que habían llegado extraterrestres al pueblo, la gente asomándose a las puertas de sus casas para vernos pasar y saludarnos, otros simplemente se quedaban embobados, los niños volvían a perseguirnos, nos invitaban a embarcarnos en las barcas que estaban con niños en el río, otros se envalentaban y nos tocaban, claro que las calles no hacían mucho más de un metro de ancho. Toda una experiencia religiosa.

Así que después de todo lo que estábamos viviendo a Joan y a Daniele no les costó mucho convencernos de que ya que estábamos ahí, acabáramos viendo el País entero, de Sur a Norte, y así fue.

Nos fuimos para la actual capital de Vietnam, Ha Noi. Allí volvimos a la locura de los pitos y las motos pero mucho más dosificado que Saigón. Desde la capital hicimos la excursión que sin duda alguna pondría la guinda a Vietnam. La bahía de Ha Long (Ha Long Bay).

Cómo describir el paisaje de Ha Long Bay sin quedarme corto es una tarea difícil, Tomamos un autobús desde Ha Noi y después un barco que nos llevo entre medio de cientos de montañas que surgen desde el fondo del Mar de China como de la nada hacia la isla de Cat Ba, la isla más grande y turística de Ha Long, allí pudimos ver un hospital construido dentro de una gran cueva, pudimos dar una vuelta en moto por toda la isla, nos quedamos sin gasolina, bueno…toda una aventura. La historia local dice que Ha Long Bay era una gran montaña y que un Dragón con su gran cola la destrozó y le dio su forma actual. Gran belleza es la de Ha Long Bay, no por nada está considerada como patrimonio de la humanidad, pero la cara amarga de este lugar es la suciedad que el turismo esta provocando en sus aguas.

No sé como decirlo, simplemente hemos quedado fascinados por este país, al principio decía que no fue amor a primera vista, pero Vietnam, su gente, su artesanía, sus templos budistas, sus tierras, sus campos de arroz, sus atardeceres, sus pueblos pesqueros como Mui Ne en el que pescan en las cestas de mimbre, el pueblo de la sastrería (Hoi an), Hue, la Ciudad imperial y Ha Noi donde pasear por el mercado nocturno es toda una experiencia, y finalmente la impresionante Ha Long Bay, declarada patrimonio de la humanidad, nos ha enamorado.

Aqui teneis nuestro pequeño homenaje.


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